jueves, 2 de abril de 2009

Nueva Zelanda...

He ido esta tarde a un restaurante italiano donde ya dej'e el rid'iculum para machacar un poco a ver si el tio, vi'endome en persona, se anima a contratarme pero creo que le he pillado en mal momento a juzgar por su cara de perro. Me ha preguntado tres veces si soy camarero a lo que he mentido otras tantas que si, con tanta seguridad que ha resultado convincente. El truco, me han contado, es decir luego que claro, en Espanya es diferente y confiar en que el tipo te ensenye el m'etodo kiwi que es el 'unico que vas a saber. Yo de poner copas se tanto como de beb'ermelas pero lo de servir platos es otra cosa.

Es curioso, si quiere ir uno al super descalzo, que es muy normal, pues uno va, tranquilamente y asume al dia siguiente el resfriado que pill'o al pasar por la secci'on de congelados. Descalzo por la calle? sin problema. Que los ninyos est'an en edad de crecer? pues los zapatitos justos y mientras descalzos. Imagino que ahora que llega el invierno todo cambiar'a, fijo.

Los Mahor'ies que ten'ia yo por gentes interesantes son totalmente marginados en su mayor'ia por la sociedad kiwi. Si les hubieran pedido la visa de trabajo a los ingleses para entrar otro gallo hubiera cantado pero a eso, un espanyol no tiene nada que decir despu'es de lo de sud'am'erica. El estado da una paga a los Mahor'ies de por vida, s'olo por hecho de serlo, de forma que pocos de ellos trabajan y se dedican a vagabundear y hartarse a Whoper cuando no est'an esnifando pegamento por las calles. Suelen ser gordos como toneles, al estilo acampanado que propuso la ministra de Sanidad. Su situaci'on es cruda pero viven tranquilamente sin hacer mal a nadie aunque tampoco ning'un bien.

Manyana viernes. Estoy muy ocupado esperando que me llame alguien para currar as'i que me tirar'e todo el dia paseando por Auckland, que todo sea dicho, habr'ia que desmitificar. Quitando la SkyTower, el Mont Eden y el Museo se queda en una gran ciudad mas extensa por el tipo de construcciones, unifamiliares de una planta, que por la poblaci'on que hay aqui. Lo que si hay son japoneses con mega coches, regalito de papa a juzgar por los anyos, en edad de estar en la Uni.

Manyana iremos los del hostel a un club latino que hay en el Harbour. Se llama Wild Life o algo as'i y all'i mis caderas, sin llegar a hacerlo bien, destacan un poco sobre las caderas de los kiwis y esto, sin duda, me suma puntos, donde va a parar. Me tomar'e unas cerves con los alemanes y nos echaremos una risas. Lo de todos los viernes. Crisis, what crisis?.

Jos'e, un malaguenyo que pas'o por aqui se harto de esperar no sab'ia qu'e y se ha ido a las afueras donde una asociaci'on de latinos le hab'ia ofrecido una casa. All'i podr'a aprender ingl'es con unos cursos gratuitos que se dan all'i ya que el tio no tiene ni idea, hay que echarle huevos. Como Germ'an, un chileno que se trajo su bici desde Chile y sin tener ni idea del idioma nativo y teniendo dificultades con el suyo propio se prometi'o recorrer la isla en bici buscando curro y suerte. No s'e si por ah'i son muy inteligentes o muy tontos.

De David, el british que se hizo pasar por Doctor por la Universidad de no s'e Donde para enchufar al otro David Minker (alem'an) en una becar'ia y por director de la f'abrica de Mitsubishi para enchufar a un Cingal'es en un tayer de la marca. Ambas operaciones funcionaron y es que, aqui, sin referencias no se va a ning'un sitio. Pues toma referencias. Yo voy a presentar unas referencias falsas para intentar currar de profesor de espanyol, lo tengo todo perdido as'i que s'olo me queda esperar un si por alg'un lado.

Me voy a dormir. Vivo doce horas por delante de Espanya, es curioso vivir el futuro de los mios, ellos ahora se levantan en lo que ha sido mi manyana.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Salta...

Las primeras noches en Salta las paso en un hostel que me recomienda un turista al que asalto recién llegado a Salta, era un tipo etiquetado por una gran mochila que no engañaba, que escribía sentado en una mesita mientras esperaba, imagino, su autobús a qué sé yo donde. Me dice, con acento inglés, que él iba a ir al hostal Paila así que, sin mas referencias ni oprtunidades de conseguirlas tenía que confiar en el buen criterio americano, tiemblo. Los hosteles suelen tener cosas en común y alguno que otro destaca por algo. Los he conocido sucios,ruidosos, acinados y hasta alguno agradable pero este además contabacon la figura de lo que creí el dueño de la posada , que dormía como uno mas, aunque muchas mas horas, en el dormitorio. Se aseaba en los baños comunales y se paseaba toalla en cintura henchido por muchos años de cerveza. Su barba y sus formas no me gustaban y la única vez que se dirigió a mi fue para preguntarme, con voz ronca y directa algo asícomo ?que tal Zapatero?, como si fuera colega mio... y siguió diciéndome que lo unico que le gustaba de España era Mondragón ?loconocés? y se va sin esperar respuesta. "Lo conozco" me contesté.

Me cambio de hostel y, siendo dias la natividad del Señor, merecía la pena echar la casa por el hueco del ascensor y pagar 35 pesos por una habitación para mi solo. La habitación del Paila me costaba 20 pesos (4,3 euros) pero estaba dispuesto a pagar un 70% mas por dormir unos dias sólo.



No sé mas de arte que lo que fingí conocer en los diferentes cursos que me fueron aprobando, Nada profundo y en Salta lo que se ofrece es turismo religioso,que llaman. Sin un buen intérprete que me guíe el pensamiento me planto delante de las fachadas de las iglesias de la ciudad y me quedo mirando como las vacas ven pasar el tren. Estilo colonial imagino, aunque aquel comentario era tan pobre y tan soso que no me lleno nada. Estaba delante de una iglesia roja, amarilla y blanca (discretito si) con una enorme inscripción que abrazaba el entablamento de forma que te obligaba a seguir la fachada para poder leerla entera.





El dia 24 diciembre decidí salir a quemar la ciudad, cené pronto, (luego sabré que era mas pronto de lo que creía) me tomé dos cervezas y me fuía la zona de marcha que queda próximo a mi nuevo hogar. La ciudad estaba concentrada en tirar petardos delante de sus casas. Los niños disfrutaban mas cuanto mas grande era el ruido y se sentían apenados cuando la mecha se apagaba sin resultado alguno, no acabo de entenderlo. Hice tiempo y pregunté a un gorila que custodiaba la puerta de un boliche a qué hora se animaría la zona. Hasta un par de horas después me aseguró que no iría nadie, dos horas!!!, pero si eran las 23!!!. Me vuelvo a la residencia, resignado y me pongo a ver la tele sentado en el recibidor mientras el recepcionista celebraba con los de allí su particular noche. Me tragué un recital de Raphael que me deleitó con sus mejores hits: "que sabe nadie", "escandalo" y otros de los que no sé el título consiguieron apagar la antorcha con la que pretendía quemar Salta. Guardé mi camisa arrugada para un mejor momento y me metí en la cama, mi reloj marcaba la 1 y seguía sin haber movimiento en la zona.

Salta queda encajada en un valle rodeado de montañas. Al este está el Cerro de San Bernardo que me ha estado mirando desde que llegué a la ciudad. Hasta la cumbre se puede ascender por un teleférico o andando por una escaleras que te conducen desde la ciudad. Como el 25 no había quedado para comer con nadie pensé que era un buen dia para conocer el cerro. Por supuesto el teleférico no era una opción para mi. Busco las escaleras y termino donde lo hace también el asfalto y comienza una pequeña senda construida por la costumbre. "si hay un camino es que el final es interesante para alguien" pienso, y me adentro por el caminito rodeadode árboles. Pensé que podría haber serpientes y paro de inmediato mis piernas con la esperanza de que la sensatez me siguiera. Como no vino continué evitando ramas y mirando cuidadosamente mis pasos, levantando la vista únicamente al parar, cosas de Boy Scout. Me sentí aliviado alpensar que estoy vacunado contra la rabia. El camino resultó llevar aninguna parte, quizá fuera ese final la sala de curas de los adolescente que juegan a los médicos. Desando lo caminado y pregunto por el principio de las escaleras que me llavarían al cerro. Al llegar un cartel me da la bienvenida: "A la cumbre 1.070 escalones", no me lo pienso. estoy subiendo por un parque natural y la mano del hombre se nota sólo en la construcción de unos escalones cómodos, de amplia e irregular huella, construidas con piedras de la zona. Periódicos murales van narrando el martirio de Cristo, a modo de cómic macabro, desde el despojo de sus vestiduras hasta el descenso de la cruz recibido por María Magdalena (supongo). Cada uno de ellos queda completado por infinitos grafitis a rotulador en los que se declara de forma bilingûe amor de un adolescente "Listsen Pancho: te amo" o se publicita una tienda: "Produxtos Mendoza". Termino de pisar los anunciados 1.070 escalones y descanso, empapado en sudor. El mirador lo preside una gran cruz de madera ultrajada con bajorelieves a navaja y una estatua homenajea a San Bernardo. Me llama la atención un sencillo reloj de sol con una tablade interpretación donde se indica, en función del dia presente, los minutos que hay que sumar o restar a la hora indicada. Casualmente el dia 25 no hay que ajustar lo marcado de forma que la hora que indica esla real del momento. Decido comprobarlo y saco mi teléfono móvil de última generación que me indica las 14:30. Me decepciono con el invento aunque pregunto la hora a un señor que pasea por allí. El hombre, entre extrañado y orgulloso señala el reloj de sol y me dice "la 13:30, ?no lo ves?" y me sañala la sombra reveladora mientras cuenta las rayitas. Un poco avergonzado recuerdo que Argentina no es unánime en los cambios de horario de verano y que en Salta, efectivamente, cuenta una hora menos en sus relojes. A veces hay que subir una colina de 289 metros para descubrir que llevo tres dias viviendo una hora adelantado.

martes, 23 de diciembre de 2008

Adios Puerto Iguazú.


Puerto Iguazú es un continuo derroche de recursos. La naturaleza aquí parece tener superhábit y no duda en mostrar su riqueza. Las mariposas cuentan casi un palmo de envergadura, las plantas germinadas exhiben pequeños sacos bermejos, como embriones de una especie alienigena en son de paz y los parientes argentinos de los grillos chillan como urracas un estridente "si, si, si, si" que se repite de una zona a otra como si de una acalorada discusión entre vecinos se tratara, no contaré nada de las cucarachas por no estropear lo anteriormente dicho... El turista aquí ha de estar acorde con el medio. El derroche de dinero está en consonancia con el medio y la cartera no termina nunca de cerrarse . A pesar de esto, dormir me ha costado 35 pesos la noche (4,7 €/peso) pero mi cabeza ya cuenta en pesos y esto me resulta caro.

Estando aquí la visita a las cataratas es imperativa. Pago 60 pesos el primer día y otros 30 (promo especial) para el segundo ya que me quedo sin batería en la cámara. Se puede hacer en un día pero el pretexto de la batería me regala un dia mas en el paraíso. Ciertamente es un parque temático con todas las facilidades. Una pasarela metálica me conduce por la ruta sin dejarme pisar la selva. A ambos lados, inaccesible por una barandilla, se encuentran los habitantes originarios del parque, enormes lagartos parecen posar inmóviles por segundos y pájaros negriazules de ojos asustados observan en todo momento a los visitantes. Los Coatíes aqui son como las meigas... haberlas hailas pero no los ví.

En alguna parte del recorrido hay un cartel que explica la carencia de sales minerales en las selvas tropicales y cómo diferentes coleópteros y preciosos lepidópteros se acercan a pasamanos, mesas y otras suertes de mobiliario urbano, cual abrevadero, en busca del sudor de nuestras manos, rico en las sales minerales que nos sobraron del Aquarius de por la mañana. Leído esto la mentalidad del turista cambia y olvidan sus escrúpulos dejando que los bichitos se posen en sus sudados brazos y desplieguen su lenguas. Esto me ha pasado a mi que, recién leído el cartel, he permitido que un desconocido y horrible bicho, o una enorme mariposa, se pose en mi mano mientras observo su inocuo comportamiento. Compruebo realmente contento que el "síndrome del cartel explicativo" funciona con casi todos nosotros que dejamos atrás manotazos por miedo a picaduras y nos fascinamos viviendo en simbiosis con la naturaleza. De las cataratas que decir, todo se queda pequeño, te sientes diminuto. Dicen que aquí vienen turistas a suicidarse en una media de tres por año. Se alojan en el Hotel Sheraton *****, en el propio parque y se van, sin pagar, rio abajo. Es muy triste, sin duda, pero tomada la decisión entiendo que este sitio sea la elección para llevarlo a cabo, no sé cómo explicar esto sin preocupar a nadie.

Vistas las cataratas decido seguir mi camino, sin prisa, con algo mas de mes y medio antes de tener que partir a Nueva Zelanda. Hoy es 21 de Diciembre y las navidades llaman a las puertas de la nostalgia y he de decidir dónde quiero llorarlas. Busco un billete para Salta pero me encuentro con la decepción del "completo" en los colectivos. La solución pasa por Santiago del Estero" y un bere me empuja a comprar cualquier pasaje para salir de Iguazú. A media hora de mi partida me arrepiento horrores de mi impulso pero ya es tarde. Antes de partir, en una de esas conversaciones con el francés de la guitarra y el omnisciente argentino me entero de que existe un mirador por el que me intereso. ¿no conoces el "Hito de las tres fronteras"? me dicen... A media hora de la partida de mi bus me entra un coraje enorme al enterarme de que, a pocos minutos en bici de mi hostel, existe un punto único en el mundo donde un río delimita tres países: Argentina, Brasil y Paraguay. ¿¿¿Es que nadie vio mi careto de ignorante y tuvo a bien decírmelo???, Me tengo que ir!!!! Hago números y corro a las estación para intentar cambiar el billete pero las trabas y el reloj me lo ponen muy complicado. He de subir al autobús.


Me preparo a pasar otras 17 horas sentado, ya estoy acostumbrado a dormir mecido por el camino. Tantas horas en autobús me han enseñado a colocarme el pequeño cojincito que la empresa facilita y he aprendido también que en el autobús hace frío por lo que la toalla siempre ha de quedar a mano.

Paramos en el camino. "Cambio de conductor" me dicen. Aprovecho para estirar las piernas, pasear un poco y liberar los gases que llevan horas pidiendo paso. Aprendida la lección de Copiapó, dejo la mochila pegada a la ventanilla y no la pierdo de vista. Siento un mareo extraño cuando piso por fin mis chanclas. Mi cabeza sigue compensando un movimiento inexistente como la resaca al desembarcar tras horas de oleaje.

La estación no anuncia por ninguna parte el pueblo en el que me encuentro y he de deducirlo en la leyenda de unos toscos y pueriles souvenires: "Recuerdo de Chaco". Sonrío pensando que eso podría ser fruto de un alcalde ególatra llamado Chaco que manda saludos a los visitantes. Miro a mi alrededor. Me fijo en la gente que espera su futuro inmediato. "Somos diferentes", pienso. Miro a mis compañeros de autobús, afeitados, con pantalones cortos y camisetas de algodón de marca a la moda del turista y los comparo con los habitantes de allá. Ellos tienen la mirada embrutecida del iletrado, faldas de hilo estampadas hace ya muchos años y camisetas también de algodón aunque esta vez la marca que llevan suele ser de algún lubricante o marca de tabaco.

Llego a Santiago de Estero. Lo que veo en el camino no me seduce nada. Las infraviviendas proliferan por todas partes, caos y pobreza. Me habían anunciado que Santiago no tiene mas que vinos, buenos, dicen. Llego a la terminar y me siento a esperar mi conexión a Salta. Me anuncian que el autobús viene "demorado" y me acuerdo del chiste: "que bonito" pienso y sonrío. Los treinta y cuatro minutos prometidos se convierten en dos horas. La espera es desesperante en una estación tan moderna que está inacabada, al estilo Aguirre. En este tiempo estoy tentado de coger otro autobús de vuelta a Iguazú pero tendría que esperar dos días en aquella ciudad decadente así que decido darle una oportunidad a Salta. Desde allí deshacer el error me costaría unos 90€ y tres dias. No puedo permitírmelo. Por fin llega el autobús.

Mi ropa apesta después de días absorbiendo mi sudor. Yo trato de ducharme todos los días, (lo prometo Papá) pero de nada sirve si lo que me viste huele a vestuario de equipo local. Llevo cinco días preocupado por el hedor que despido pero al subir al colectivo la bofetada de olor me estremece. Me siento como un ambientador de pino y decido pasearme por el bus para envidia de los pasajeros que, sin duda, agradecen mi entrada.

Llego a Salta a las 2 de la mañana y un taxista me lleva al Hostel Paila, en la calle Córdoba. Le pregunto por el camino qué se puede hacer en Salta y me dice que hay inumerables cosas que hacer. Me comenta que hay señoritas muy limpias trabajando en el parque y el eufemismo me hace sonreir, pensando en esforzadas barrenderas acondicionando la plaza para el dia siguiente. Duermo.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Puerto Iguazú.



Imagino que es necesario estar rodeado de turistas y pagar todo mas caro a cambio de ver las Cataratas, me resigno y asumo mi papel aunque me moleste, al fin y al cabo yo soy uno mas. Al llegar busco un hostel económico y esto hace que me encuentre con un millón de viajeros que tuvieron la misma idea. De toda la oferta no se me ocurre elegir otro que el llamado "Iguazú Falls" que, como no, esta poblado de holandeses, japonese, franceses y yo, que completo la sopa. Me instalo y salgo a pasear por el pueblecito que ha perdido sus raices y se ha adaptado a la afluencia de extranjeros, haciendo del turismo su única fuente de ingresos.

En este tiempo de viaje ya me ha dado tiempo a aprender unas cuantas cosas. Lo caro no es lo que cuesta mucho dinero sino lo que se puede encontrar mas barato. Me siento en una terraza y pido una Quilmes con lo que me sirven un litro de cerveza, muy normal en Argentina. Después de cumplir con la botella (mi madre me enseño a no dejar nada en el plato, vasos incluidos) pido la cuenta y pago los siete pesos y medio que me piden. Con el bolsillo hecho a pesos pienso que es carísimo pagar un euro y medio por una refr

escante cerveza, en una terraza mientras diferentes mariposillas me amenizan el trago. La proxima la compro en el super a tres pesos, unos ochenta céntimos de euro.

Decido ir a las cataratas al dia siguiente así que me pongo el despertador tempranito, a las 8. tomo el desayuno cutre incluido en el precio, consistente en un café aguado, panecillo con mantequilla y panecillo con dulce de leche

y salgo a la terminal de autobuses donde compro el boleto de ida y vuelta a la entrada de las cataratas, 10 pesos en total, un robo. Una vez en las cataratas me doy cuenta de que me he dejado la cámara en el hostel, mierda!!! y sin bajarme del autobus vuelvo a la terminal a por la cámara y a pagar otros diez pesos (que robo!!!, reitero) para volver a la entrada. El conductor era bastante majo y pienso que, solo por la conversación con el conductor en el camino de vuelta, había merecido la pena olvidar la cámara. Me cuenta orgulloso que el lado argentino de las cataratas es mas bonito que el brasileño, dónde va a parar!!! y que los americanos están como locos por establecer una base cerca de Igua

zú porque han descubierto la mayor reserva de agua del mundo a unos metros de profundidad.

Vuelvo a la entrada del parque temático en el que está convertido la selva de las cataratas y pago religiosamente los 60 pesos (22 euros). Empiezo la ruta. Es un recorrido muy cómodo que cuenta con un trencito que te acerca a las principales vistas Una vez allí un caminito de pasarela evita en todo momento que pises el suelo de la selva. Únicamente en algunos tramos tomas realmente contacto con el suelo pero éstos se limitan a escaleras artificiales y jardincitos con terraza para tomar un refrigerio, descansar un poco y aprovechar para ir al baño. La presencia de algún animal exótico viene señalada inequivocam

ente por un visitante señalando al suelo. Si te acercas puedes tener la certeza de que habrá un lagarto de unos cuarenta centímetros, un pájaro negro y azul, o, con muchísima suerte, un coatí pachón esperando ese trozo de bocadillo al que renunciarias si él se acercase. Los lagartos también saben de la contraproducente generosidad del turista así que a la hora de comer se acercan allá donde haya un guiri almorzándo y tratan de morderle la zapatilla si lleva, no me preguntes por que lo hacen, igual han probado alguna vez un dedo gordo de un ingles con calcetines.

El paseo por el parque es sobrecogedor.

grandes saltos, indescriptibles vistas, vèrtigo... En algunos puntos la sensaciòn es de admiraciòn, reflexiòn ante la magnitud del fenòmeno la bofetada de humildad que deberìamos sentir todo ante estas muestras de la naturaleza. En los videos que os he grabado repito unas treinta mil veces "esto es increìble" y èsto es en parte por mi falta de locuacidad y en parte por lo indescriptible del momento.


viernes, 19 de diciembre de 2008

Adios Buenos Aires...


Parto de Buenos Aires con la embustera sensaciòn de conocerla como quien creció entre porteños.
Termino mi estancia aqui como la empecé, ejerciendo de guiri mimetizado entre belgas, fraceses y algún que otro japonés incapaz por su propia fisionomía de expresar asombro ante el maravilloso rio de La Plata.

Decido pagar por relajarme y agarro (hace tiempo que no cojo nada) un tren cuyo nombre ya anuncia la ausencia de lo auténtico. "El tren de la costa" me lleva a Tigre, al norte de Baires, donde el rio Panamá cambia su nombre cediendo el honor al rio de la Plata. Allí tomo un superturístico catamarán que, durante dos horas, me dará un paseo por el delta sin poder evitar envidiar a los habitantes de cada una de las parcelas que saludan al rio. Cada una de ellas con un "elevalanchas" que es como el garaje para las embarcaciones. Paso dos horas paseando y admirando el rio.

Al desembarcar me entra hambre y decido comer en un kiosco hamburguesería que queda delante del McDonalls y donde, por 5,50 pesos (no llegha a 1,5€), me sirven en plena calle una completa con jamon y queso con un vaso e Coca Cola (por un pesillo mas). Decido volver a Retiro, la estación de autobuses para esperar allí mi bus a Puerto Iguassú.

Me voy de Buenos Aires incumpliendo el deber del viajero de mejorar en lo posible el sitio que visita. Esta ciudad es muy muy bonita pero no escucha, ni siquiera a sus propios habitantes. Tengo muchísimo que enseñar y que aprender pero es ardua la tarea y escaso el tiempo. Por otra parte ellos mismos saben en lo que cojean y te lo cuentan con resignación y orgullo por la maravillosa tierra que pisan gobernada por piratas sin vocación política. Marcho habiendo arrancado, si acaso, alguna sonrisa a algún niño, muy a mi pesar, por unos pocos centavos de peso y sabiendo que quien me conoció no tardará en olvidarme aunque recordaré cada segundo que respiré en esta ciudad.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Ahora empieza mi viaje...

Sole despegó ayer para Españay me deja tristeza y miedo como si aún estuviera por partir de Madrid. La Soledad que se acaba de ir me deja una infinitamente mas amarga.
Ha sido mi anfitriona, Lonely Planet de Buenos Aires y de Azul, compañera en la batalla por agotar el Fernet o la Quilmes. Ha sido mi maestra en el difícil arte de armar mochilas, mi consejera y mi lázaro.
De Buenos Aires he visto lo que vine a ver y a disfrutar y que no aparece en ninguna guía turística. He conocido el parque donde jugaba, el piso de su amiga, en la planta veinte de un edificio próximo al suyo, la puerta del edificio donde creció, la casa de su abuela. Me ha presentado a su tía, a sus amigas de desmadre y a los de la facultad. Me ha metido en casa de su madre, elegante señora, apurada por ser mi reino su peor habitación. He podido saber cómo se vive aquí y esto es lo que un turista suele perderse.
En Azul conocí a su familia paterna. Tuve la tremenda suerte de llegar pocas horas antes del cumpleaños de su hermano pequeño y celebrar con ellos su 14 cumpleaños. Por supuesto asado, chinchulines, chorizo y morcilla criolla y bife. Fernet por la noche y paseos. No se me ocurría nada mas que pedir.
Ahora, sólo en Baires, tengo que planificar el resto del viaje. En unos días saldré a Córdoba y de ahí a Iguazú, Salta, Jujuy, Bolivia, Perú, Machupichu incluído, y Santiago de Chile para atacar la segunda parte del viaje por Oceanía.
He pasado unas cuantas noches en el hostel Granados en San Telmo y quise cambiar de zona para conocer mas sitios. El Granados está bastante bien, muy amplio y con gente agradable. En Palermo encontré el hostel Casa Tomada y decidí quedarme al menos una noche y después decidir. En cuanto vi la cama ya tenía decidido que sería la última y después de acompañar a Sole al aeropuerto me metí en mi casa provisional. Los mejicanos cantaban rancheras a dos metros del living mientras un uruguayo le enseñaba, vía YouTube, un concierto de los "no te va a gustar" a un brasileño y un chileno intentaba escuchar algo de una peli en inglés subtitulada. Todo esto sucedía a oscuras, normas de la casa, para no molestar a los que estábamos en la habitación intentando dormir.
El hostel estaba regentado por un argentino peronista, maradonista y devoto de la virgen de los remedios que decidió usar cualquier retal de periódico donde aparecieran cualquiera de los anteriores para empapelar la casa haciéndola de alguna forma temática: Yo dormía en la habitación del fútbol donde, detalle conciliador, figuraban los banderines del Boca y del atlético de no sé qué, rival de este último, así como Maradona en distintas posturas y en diferentes regates. La habitación donde tenía designado mi armario era de tema revolucionario. En este ambiente estaban tanto las fotos de la bella Perón como de su marido en diferentes momentos de la historia. El omnipresente semiperfil del Ché Guevara daba la bienvenida en la puerta y encima del cabecero de una de las camas estaba la foto del cadáver de este, mártir de la revolución, mas macabro no me podía resultar. La virgen presidia el patio de fumadores en un mosaico de azulejos, bonita obra aunque un tanto inútil.
Ahora me he trasladado al Amasoho que queda en Darragueyra con Guemes y que me cuesta 32 pesos por noche (unos 8euros) compartiendo habitación con otros cinco tios. Me voy a tirar toda la tarde planeando el resto del viaje. Ya contaré.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Domingo en Buenos Aires...


Los domingos, los del hostel donde me alojo tienen la deferencia de retrasar la hora del desayuno a las 11 de la mañana así que me he levantado sin el estress que supone llegar al comedor antes de que este cierre sus puertas. Terminado el café con bollo y zumo de naranja aproveché que es dia de descanso para echar el dia a los perros y ejercer de guiri.






El hostel queda al lado de la calle Defensa que une la plaza de San Telmo con la de Mayo y coincide que los domingos se instala un mercadillo tipo rastro pero con mucho mas encanto, donde alternan los puestos de artesanía con los de antigüedades, curiosidades y los de "esto me sobraba por casa" que también los hay. Cada pocos pasos se tercia una parada para ver a diferentes artistas que exponen sus performances, titiritéros de desmesurado talento conviven con parejas de argentinos que improvisan una milonga invitando a los presentes a participar del evento. Personajes al uso imitan la estética y las formas de Gardel, micrófono en mano, escondiendo un viejo radiocassette que canta por ellos los hits del argentino mientras pocos metros mas ashá una banda de siete miembros, piano incluido, consigue detener, con un tango desgarrado, a los transeúntes que pese a la admiración, no hacen sonar el bote que precede al grupo aunque sí sus propias palmas, entendiendo quizá que esta noche los músicos se iban a hartar de palmas en la cena.




La comida, como no podía ser de otra forma, consistió en carne, y que carne), del famoso corte argentino: Vacío, con patatas fritas y cerveza 50 pesos (10€) a pagar entre dos.




Seguimos la calle defensa cruzando la plaza de Mayo y nos metimos en la calle Florida, repleta de tiendas de marca que anuncian descuentos y promociones por navidad. Lo de la navidad en verano me va a costar algún tiempo asimilarlo. Me gustaría saber si aqui Rodolfo el reno también tiene la nariz roja y si Papa Noel viene con sus hábitos islandeses...